viernes, 19 de agosto de 2016

Cicatrices

La herida que provoca una crisis económica permanece abierta más tiempo cuando sus efectos se trasladan a la arena `política.



Las crisis económicas llegan y se van dejando cicatrices. ¿Cuánto cambian las sociedades a su paso? Y, más importante, ¿son sus huellas irreversibles? En España, la herencia más importante de la recesión económica que comenzó en 2008 es el aumento de la desigualdad. Mala noticia por lo que a la irreversibilidad se refiere. Aunque la desigualdad suele ser un indicador estable, cuando cambia lo hace aumentando con rapidez. En cambio, solo se consigue reducir lentamente, excepto cuando se producen ciertos cataclismos como una guerra, una ocupación o una emigración masiva.
Un segundo rastro de la crisis se observa en la evolución de las preferencias de los ciudadanos sobre cuánto y dónde hay que gastar, y cómo hay que redistribuir. El cambio podría resumirse en que en los últimos años se ha acentuado nuestra acostumbrada inclinación por el gasto en políticas de bienestar, como sanidad, educación, seguro por desempleo o ayuda a la dependencia. Además, la opinión pública también se ha vuelto más favorable a una subida de impuestos que sirva para mejorar las prestaciones públicas.
Sin embargo, es la cristalización política de esos cambios en la opinión pública la que les imprime cierta irreversibilidad, dibujada en la profundización de las divisiones políticas en torno a la política fiscal. En el pasado, los votantes socialistas y populares tenían preferencias relativamente similares en esa materia. En cambio, la aparición de Podemos y sus confluencias ha atraído y activado a unos electores con unas preferencias marcadamente diferenciadas del resto, por su masivo apoyo al gasto en políticas de bienestar y a una subida de impuestos que mejore las prestaciones y servicios públicos. La herencia política de la recesión es una sociedad políticamente más heterogénea en torno a cuánto gastar y cómo redistribuir.
Las cicatrices de una crisis económica son más profundas cuando sus efectos se trasladan a la arena política. Si ello ocurre, su huella se torna indeleble, porque la herida que provocan permanece abierta durante más tiempo, alimentada por la división política que nace de la fractura social.
 @sandraleon

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