domingo, 21 de febrero de 2016

Morir de éxito

Vuelo sin motor: "el amigo Félix "
 
 
Félix Teira
Una característica consustancial del capitalismo, especialmente del capitalismo especulativo que espera en "la nube" para invertir o castigar, es generar desigualdad. La desigualdad conduce al radicalismo. Esta particularidad ya la advirtió lúcidamente Marx y consagró su vida a teorizarla. Hacia 1850 la revolución industrial estaba en su apogeo, alimentada por un capitalismo rampante que mantenía a masas de obreros, niños y mujeres incluidos, con jornadas de trece horas, en la miseria exacta para que no murieran de hambre. Marx, un periodista de clase media, casado con la hija de un aristócrata prusiano y padre de hijas bellísimas, comprendió que esta contradicción estallaría tarde o temprano. Y estalló una vez muerto. En su nombre se erigieron dictaduras abyectas que aplastaban cualquier disidencia. Lo cuenta Galbraith en La era de la incertidumbre. Por cierto, lamenté el fallecimiento de J.K. Galbraith, capaz de exponer con la claridad de un maestro de escuela los conceptos enrevesados de economía. Lo poco que sé de esta ciencia se lo debo a sus libros.
 
Actualmente el capitalismo especulativo sigue generando desigualdad y, por consiguiente, radicalismo. A esa conclusión llega Piketty en El capital en el siglo XXI. Y lo podemos comprobar en España. Las clases medias lo haríamos bien o mal, pero hacíamos lo de siempre: lo que nos mandan. De repente nos cae como una maldición una crisis brutal que nos empobrece. Para culpabilizarnos nos dijeron que vivíamos por encima de nuestras posibilidades. Las medidas para salir del agujero fueron extremas: recortar el estado de bienestar, adelgazar nóminas y derechos de los trabajadores y aumentar el paro. Este austericio, del que se burlaba Stiglitz en Davos hace diez días ("Están cantando victoria por bajar el paro del 25% al 22%. Yo digo que una economía con ese paro, con un desempleo juvenil del 50%, está en depresión"), ha provocado las dos secuelas antedichas: desigualdad (échenle una ojeada al informe Oxfam) y radicalismo: 6'5 millones de votos a la izquierda del PSOE.
 
Tras la Segunda Guerra Mundial, cuando la dictadura soviética extendía su manto asfixiante por media Eurasia, el capitalismo occidental atenuó sus aristas y tomó impulso un injerto que combinaba el dinamismo de la economía de mercado con los derechos sociales: la socialdemocracia. Los países que la adoptaron lograron sociedades equilibradas, que no quiere decir aberrantemente igualitarias. Sin embargo el 1989 cayó el Muro de Berlín y se desmembró la URSS. Fukuyama habló del fin de la Historia: la lucha entre ideologías contrapuestas había acabado y se imponía la economía de mercado. Campo libre para los excesos del capitalismo, un modelo capaz de generar riqueza e ilusión sólo cuando se conjuga con derechos sociales. El peligro, cuando no tiene cortapisas (que ni siquiera están en manos de los representantes democráticamente elegidos), es que prosiga su espiral de desigualdad. Ahora mismo está contribuyendo al florecimiento de partidos xenófobos en la UE (si no llega la tarta para todos, echemos a los extranjeros) o las posturas radicales (repartamos la poca tarta que queda). Marx, fumador empedernido y gran consumidor de cerveza, llevó una vida errante y lastimera por verlo con claridad y denunciarlo. Al menos tuvo un amigo que lo ayudó. Sonreirá en su tumba londinense.
 
Escritor

ALCALDE, LOS CIUDADANOS NO SE LO MERECEN

Ha sido el equipo de Santisteve el que ha sacado la negociación del ámbito estrictamente laboral.


        Superar la barrera de los dos 
Carlos Pérez Anadón
meses de huelga de bus es una noticia que produce inquietud y desasosiego, porque más allá de la extorsión que provoca a 180.000 zaragozanos que a diario utilizan este medio de transporte, hace aflorar una sensación de fragilidad en la organización urbana. O lo que es lo mismo, revela la incapacidad del ayuntamiento para equilibrar las pulsiones internas de la urbe.

Y esta dejación de funciones rompe una realidad histórica: la capacidad de arbitrio de la que se dotaron los ayuntamientos para establecer un estatus quo entre los ciudadanos cuando afloran las tensiones o la diferencia de intereses. Porque los derechos de cada grupo actúan como verdaderos vasos comunicantes en el seno de la ciudad.

Por eso, esta larga huelga de AUZSA, la más larga y la más dura que ha soportado Zaragoza a lo largo de su historia --ni siquiera en los difíciles años de la transición fue tan dilatada en el tiempo-- ha generado las criticas al Gobierno de Santisteve, porque desde el ayuntamiento de la ciudad no se ha procurado respetar esos equilibrios no escritos que se basan en el respeto del otro.

Nadie ha cuestionado el derecho a la huelga de los trabajadores de AUZSA, pero ha sido el equipo de Santisteve el que ha sacado la negociación entre trabajadores y empresa del ámbito estrictamente laboral en el que debe resolverse al alinearse con una de las partes en conflicto. Y ha sido el equipo de Santisteve el que ha convertido los paros que deciden los trabajadores en una fisura en su propia solvencia, que le desangra poco a poco, porque los ciudadanos se sienten desprotegidos y privados de sus derechos. Fue el alcalde quien dijo que no se merecía esta huelga, pero la realidad es que quien no se merece la dudosa gestión que se ha hecho de la misma son los zaragozanos.

El bus es un servicio esencial. Lo utilizan a diario cientos de miles de ciudadanos que van a trabajar, a estudiar a la consulta del médico... Pero a estas alturas del conflicto, lo seguro es que la calidad del servicio ya se ha puesto en cuestión. La movilidad en los barrios periféricos, en los barrios rurales y en los que no se benefician del tránsito del tranvía se ha perjudicado gravemente y, por si fuera poco, estas dificultades, que repercuten especialmente, en las clases más humildes están generando magros ahorros, ahora ya de dos millones de euros, a las arcas municipales.

Dicho sea de paso, desde el PSOE creemos que sería inmoral que ese "beneficio" que genera la falta de servicio no revirtiera en la mejora del transporte público. Por eso proponemos más carriles bus, prioridad semafórica y devolver la parte proporcional de los abonos a los usuarios.

Pero en todo este escenario de conflicto, de improvisación y de falta de sensibilidad del Gobierno municipal hay un ruido añadido, que enroca más las posiciones: la municipalización.

Porque detrás de una huelga tan larga tiene que haber algo más que la incompetencia, la ineficacia y la torpeza. Está la intención de deteriorar el servicio público suficientemente para que sea justificable el reclamar la gestión directa desde la Administración Local.

Da igual que los primeros informes económicos y jurídicos que se manejan para municipalizar otros servicios pongan más sombras que luces en este proceso. Da igual que no puedan dar seguridad laboral a los trabajadores. Y da igual, en definitiva, que la propuesta municipalizadora suponga recortar el espacio de encuentro para encontrar una salida digna al conflicto del bus.

Al final, toda esta equívoca estrategia sólo está sirviendo para desgastar la calidad del servicio, la confianza de los usuarios y para socavar más los cimientos institucionales en cuanto a su capacidad de tejer acuerdos.

Portavoz Grupo Municipal PSOE
 

A cada cual lo suyo

Eloy Fernández Clemente

 
Decía Cajal a los 80 años, que los viejos no deben meterse en política. No lo he hecho, desde hace 40 años, aunque sí he opinado, escrito, hablado. No faltaría más. Ahora llevaba meses sin hacerlo: mucho trabajo y enorme pereza. Comparezco resumiendo algunas sensaciones e ideas sobre esta tremenda coyuntura. Y pido perdón por la tardanza. Seré breve, telegramático:
 
PP. Su líder, fijo en su mantra, sordo incluso para los suyos, se obstina en que ganó las elecciones (tuvo el que más votos, que es otra cosa) y en que solo él tiene las llaves de salvación de España. La crónica negra de la corrupción, en sus días más intensos, parece no afectarle, no pasa nada, son los que más y mejor luchan contra ella. Haría bien, aunque espera agazapado ver pasar el cadáver de Sánchez, en darle la mano, ofrecer una abstención que a nada obliga, y facilitar reformas sin amenazar con bloquearlo todo en el Senado. Pero esperar eso es soñar.
 
PSOE. Pedro Sánchez, tras las vergonzosas presiones de los barones (muchos de los cuales gobiernan apoyados por podemitas) contra Iglesias, intenta armar un gobierno estable y de progreso, si unos y otros le dejan. La campaña de populares, prensa, banca y empresas, Europa, en favor de un "gran pacto" es vergonzosa. Hasta El País se sumó el miércoles titulando un editorial "Propuesta innegociable. El PSOE debe rechazar con contundencia el programa de Podemos". Toda propuesta es negociable, hasta lo eran los duelos a pistola. Otra cosa es que, en este juego del mus, se responda a los órdagos con mucha calma y hasta algo de pachorra, que es lo que está haciendo el líder socialista.
 
Podemos. Muchos que no les votamos agradecemos la capacidad de poner el país patas arriba, creíamos que ya no veríamos nunca otra cosa. Buenas sus críticas a la vieja política, la apuesta por un claro cambio constitucional, la sensibilidad hacia el tema catalán y hacia los parados y necesitados. Son en ello los únicos, en Madrid, y se les acusa con un odio que espanta, repetida y falsamente, de "querer romper España" cuando quizá la única posibilidad de resolver ese damero maldito sea plantear bien esa consulta en que todos puedan igualmente defender posturas. Luego, ha llegado la hora de la teatralización, la provocación, la impaciencia, la ambición shakespeariana. Porque los tiempos y las formas de la vieja política siguen mandando, con una increíble lentitud, y no se puede mojar la oreja de quien esperas acepte parte de tus propuestas.
 
Ciudadanos. Muy prudentes, procurando llevarse bien con todos menos con sus rivales principales (Podemos) a los que rechazan con la misma energía que son rechazados. Pueden ser clave de una jugada maestra integradora, al final, o quedarse compuestos y sin boda, o abocar todos, tan tercos, a nuevas elecciones. La gente está cansada, harta de tanta tramoya y tanto ir y venir a la Zarzuela y al Congreso, declaraciones, rumores, desmentidos. Y es posible, y sería terrible, que las abstenciones, y más a fines de junio, fueran muy grandes. Malo. Lo que muchos esperamos es que Ciudadanos, que parece ha negociado a fondo y rápido, acepte cierta forma de colaboración de Podemos (tripartito, abstención de unos u otros), y sea correspondido del mismo modo.
 
Izquierda Unida. A todo el mundo le resulta respetable y amable la figura del joven Garzón, por su mesura, razonabilidad, discreción. Él decía hace poco: "No me quieran tanto y vótenme". Es bochornoso que la larga y no tan perfecta transición haya mantenido la férrea limitación electoral fundamentalmente anticomunista (los viejos y caducos padres del PSOE le temían más que al pedrisco), y que cuando todavía mantienen casi un millón de votos eso se traduzca en dos diputados, mientras en otros partidos y circunscripciones son docenas.
 
Todo este largo, recurrente, aburrido proceso, ante el que los medios están aguantando con un seguimiento modélico (salvo los voceros de siempre, cabeceras y columnistas o tertulianos), tiene una virtud: ha hecho que millones de ciudadanos hayan vuelto sus ojos y oídos, sus mentes y sus sentimientos, de nuevo hacia la política, que parecía asunto solo de unos miles de diputados y concejales. El paso dado en unos meses es asombroso: la propiedad con que muchos, bastante informados, hablan de unos y otros asuntos, el interés, la pasión incluso. Con dos riesgos graves: uno, que si esto no termina pronto y bien, el repudio puede generalizarse e incluso llegar a plantearse posturas preautoritarias, y ya me entienden. Y el otro, que nunca había visto, ni siquiera en el tardofranquismo, hablar de los otros, de partidos considerados adversarios, con tanta crispación, tanto odio. Estoy asustado.
 
Catedrático emérito de la Universidad de Zaragoza

martes, 16 de febrero de 2016

Curas pederastas

Si queréis seguir la invitación evangélica de que los niños se acerquen a Él, impedid que los niños se acerquen a “ellos”.
 
 

Contra la intolerancia

La polarización y la intransigencia política se filtran a toda la sociedad.


 
Un viento de intolerancia aqueja a la vida pública española. Deteriora la calidad de los valores compartidos, la cohesión social y la capacidad de este país de contribuir a la mejora del entorno europeo y global.
 
La descalificación de lo ajeno, el desprecio del rival y la culpabilización del otro no son exclusivos de una clase política aficionada a centrifugar las reponsabilidades que son compartidas. Pero hallan en ese ámbito —que debería distinguirse por su ejemplaridad— un caldo de cultivo de efectos contaminantes. Prima el veto sobre la sinergia; la fijación de líneas rojas en lugar del deslinde de terrenos de encuentro; la proclamación de incompatibilidades en lugar de la búsqueda de la transversalidad, imprescindible en ausencia de mayorías evidentes.
 
La intolerancia procede en parte de una legislatura en que se abusó de la mayoría absoluta, del decreto-ley y de la imposición. Pero esas inclinaciones tienen más padres y, en todo caso, han acabado afectando, en distinto grado, a todos los dirigentes. Y en cascada, a todos los rincones del espacio público.
 
En el ámbito territorial se cotiza como nunca el desapego, la autosuficiencia y el supremacismo. Lo que en algún caso se traduce en soberanismos y antisoberanismos anticuados que conectan con lo menos noble de otras intransigentes experiencias europeas, a veces de sesgo autocrático. En el judicial se agudiza una cierta asimetría entre el tratamiento hacia los poderosos —sean exministros, banqueros o famosos— y un cuasi automatismo sancionador sobre los más débiles.
 
Los medios de comunicación no liman esas aristas. Tienden a amplificarlas. Los ruidosos enfrentamientos y los ásperos dicterios son marca degradante de algunas tertulias en las que el espectáculo y la polarización son los criterios casi únicos. Al incentivar la sobreactuación, el debilitamiento de la calidad acaba debilitando a los medios que defienden antes el derecho de sus lectores que las posiciones propias.
 
Fenómenos similares de irresponsabilidad y radicalización recorren el mundo económico, académico, cultural y religioso. ¿Hemos recaído acaso en el paradigma arrinconado de las dos Españas incompatibles y enzarzadas la una contra la otra?
 
Hay otras explicaciones menos deudoras del atavismo. La crisis económica —y su desigual gestión— ha desencajado a las clases medias, colchón absorbente de las tensiones en las sociedades modernas. Y se han agotado algunos de los pilares de la cultura política asentada desde la Transición, abriendo paso a nuevos vacíos, nuevas capas sociales y nuevas pugnas por la hegemonía política y cultural.
 
Pero en este escenario desconcertante y confuso también destacan algunas de las mejores fibras de la ciudadanía española: profesionales —también de la política— cumplidores y animosos; empresarios y trabajadores que se internacionalizan; vecinos de barrios de súbita inmigración que rechazan la barbarie de la xenofobia; gente de la cultura capaz de lanzar propuestas más incluyentes; marginados y desposeídos que logran mantener la civilidad y la esperanza. Eso es también España, lo mejor de ella. Hay que escucharlo todo, y sobre ello apalancar el futuro.
 
El País.

Sánchez tiene valor

Está dando una lección de moderación que nadie podía suponer que fuera posible en este país.


Esperemos que tenga algo más que eso, pero de momento hay que reconocerle a Pedro Sánchez que tiene mucho valor, por atreverse a lidiar tantos toros bravos en menos de un mes. Aparte de eso nos gustaría a todos pensar que de verdad sabe a qué se expone. Yo creo que sí, porque ha salido vivo de las confrontaciones en el interior del PSOE, donde a los valientes se los comen vivos sin pararse a pelarlos.
 
Vale la pena detenerse un momento de los pocos que quedan antes de que se le acaben los plazos para observar a sus interlocutores. Empezando por el PP, que está jugando una estrategia de desgaste demasiado evidente: la exigencia a Patxi López para fijar la investidura el día 22 es eso. Y la coincidencia con Iglesias y su grupo recuerda demasiado a Anguita y su pinza. Es curioso que ninguno de los dos se acuerde de aquellos años y el espanto que sembraron juntos aunque no se hablaran más que debajo de las sábanas.
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Sin embargo, se sigue percibiendo un cierto ablandamiento en las filas de Albert Rivera. Yo creo que Rivera ha dejado que en su corazón penetrara una mínima compasión nacida de pensar que él podía verse sometido en su caso a un ataque así. Pero Rivera no quiere dejar que la pequeña victoria que supondría conseguir una o dos poltronas ministeriales empeñe todo el futuro de su propuesta política.
 
Viéndolo desde fuera, la mayor corriente de simpatía se cruza entre Sánchez y Rivera. Con Podemos no hay nada que hacer. Sólo el tono ofensivo de Iglesias hace ya imposible que haya un acuerdo ni para tomar una caña.
 
Sánchez está dando una lección de moderación que nadie podía suponer que fuera posible en este país, en estas circunstancias, y en estos tiempos revueltos.
Pero seguramente él tiene una visión de las cosas más optimista que el resto de sus conciudadanos. Y sabe cómo llegar a corazones que son en principio más de otro lado.
 
Por ejemplo: cómo ha sabido dirigirse a los escritores, músicos, pintores y todo tipo de creadores. En dos frases se los ganó: fuera el IVA cultural del PP, y apoyo a los derechos de autor. Por el lado de los electores, ha sabido hacerlo.
 
El País.

La derogación de la reforma laboral supone volver al modelo vigente en el 2010

LA LEGISLATURA ESPAÑOLA
 
 
La propuesta del PSOE busca devolver el protagonismo a la negociación colectiva. Sánchez no cambia la indemnización por despido pero recupera el control administrativo en los ERE.



 La derogación de la reforma laboral, que ha propuesto el PSOE en su programa de Gobierno, apenas ha levantado inquietud entre los actores del mercado laboral, sean sindicatos (que la aplauden),empresarios (que han decidido adaptarse a lo que venga) o los abogados laboralistas (que utilizarán los instrumentos legales que tengan). Aunque se desconoce aún el mecanismo que emplearán los socialistas, la vía del decreto ley es una de las posibilidades, pero en ningún caso se produciría un vacío legal ya que se volvería a las reglas de juego existentes antes del 2010, fijadas por los propios socialistas.
En los últimos años han sido muchas las sentencias de los tribunales que han aclarado no solo las lagunas de la ley, sino que han sentado doctrina, en algunos casos contradictoria, con el espíritu de la reforma, que no ha sido otro que el de dar alas a los empresarios en las relaciones laborales y eliminar los controles, incluidos los administrativos y judiciales.
 
Las decisiones de los jueces han servido, entre otras cosas, para limitar la rebaja de la indemnización por despido improcedente al tener en cuenta un cálculo distinto según la antigüedad y han pedido más concreción a las empresas a la hora de justificar el ajuste de plantilla por razones económicas. Además, han declarado nulos algunos expediente de regulación de empleo (ERE) por inconcreción en las causas y que han obligado al Gobierno actualmente en funciones a hacer aclaraciones vía reglamento.
 
RECUPERAR LA NEGOCIACIÓN COLECTIVA
 
Los cambios propuestos tienen que ver con la recuperación de lanegociación colectiva y del papel de los sindicatos y las patronales a la hora de pactar la flexibilidad en las empresas. En  ningún caso se pone en cuestión el abaratamiento del despido colectivo, que quedó fijado en 20 días por año con un límite de 12 mensualidades en la reforma del 2010 cuando era presidente José Luis Rodríguez Zapatero, y que mantuvo la reforma del 2012 de Mariano Rajoy.
 
Pese a que Podemos ha querido ir más allá que el PSOE y ha defendido la derogación de las dos reformas, lo cierto es que solo hay una, la del 2012, que además es una reforma del Estatuto de los Trabajadores y de otras leyes. Lo que hace la modificación del 2012 es poner en negro lo que la del PSOE puso en gris”, opina Marcel Jansen, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid y experto en economía laboral, habitual colaborador del colectivo Fedea.
 
Volver a dar preeminencia al convenio colectivo de sector frente al de empresa, mantener y ampliar la vigencia de los convenios (entre 12 y 18 meses) cuando hayan caducado y ambas partes acuerden negociar el nuevo -la llamada ultraactividad- y supresión de los descuelgues –inaplicación de todo o parte del convenio unilateralmente por parte del empresario-, son las propuestas calificadas como urgentes y que afectan de lleno a la reforma laboral.

CALIDAD EN EL EMPLEO

El programa de Gobierno del socialista Pedro Sánchez también cataloga como inmediatas las medidas para mejorar la calidad del empleo. Entre ellas figuran: recuperar la razonabilidad de las causas del despido, restablecer el informe preceptivo de la Inspección de Trabajo en los convenios colectivos que deberá pronunciarse expresamente sobre la caída alegada por la empresa, suprimir elcontrato de emprendedores, cambiar los contratos a tiempo parcial y regular las horas extras de estos en los convenios, no mediante el acuerdo individual entre trabajador y empresa, y evitar la desigualdad de salarios entre los trabajadores de una empresa y los empleados por subcontratas bajo el principio de a igual trabajo igual salario.
 
El impacto de anular estas medidas en vigor no será importante, según los medios consultados, que recuerdan que ya se han hecho retoques y ajuste obligados por las sentencias judiciales y por los acuerdos en paralelo de los agentes sociales. Este es el caso de laultraactividad de los convenios que fue objeto de pacto en mayo del 2013.

MENSAJE SIN MATICES

“En época de elecciones no caben mensajes muy matizados ya que se trata de atraer el voto con promesas llamativas que parecen la panacea, sobre todo después del sufrimientos de mucha gente por lacrisis”, afirma Jansen, que entendió posteriormente la propuesta de Pedro Sánchez como un intento de derogar medidas “que yo podría considerar excesivas”, entre las que cita la posibilidad del despido libre y gratis del contrato de emprendedores.
 
Este experto no comparte ni la idea del cambio ni el contenido del mismo ya que “es volver a la situación anterior” con una “recentralización” de la negociación colectiva y volver al laudo administrativo en caso de desacuerdo entre sindicatos y empresarios. “Volvemos a la rigidez y eso es una muy mala noticia”, afirma Jansen. En su opinión, antes de las reforma se reaccionaba tarde a las crisis y después de ésta “hemos recuperado algo  más de un tercio del empleo destruido”.

NUEVO ESTATUTO DE LOS TRABAJADORES EN UN AÑO

Más allá de la derogación urgente, el PSOE propone un nuevo marco general de relaciones laborales, un nuevo Estatuto de los Trabajadores, que es algo así como la constitución que rige el mundo laboral. El actual fue aprobado en 1980 y ha sido retocado en más de treinta ocasiones. El programa socialista señala que el futuro Gobierno “impulsará” la negociación entre los interlocutores sociales para que en el plazo de un año se apruebe una nueva norma.
 
Para el futuro estatuto se proponen medidas sobre los contratos que serán tres: indefinido para cubrir puestos estables; temporal para este tipo de empleo y el de relevo y formación para las nuevas incorporaciones que afectará sobre todo a los jóvenes.
 
Los contratos temporales no deberán tener una duración superior a un año, aunque en la negociación colectiva se puede prolongar hasta dos.
 
Se propone penalizar, vía incremento de las cotizaciones sociales, a las empresas que abusen de los contratos temporales así como un plan para reforzar la Inspección de Trabajo y Seguridad Social.
El programa socialista incluye un plan de choque para colocar a los parados de larga duración y el aumento de los presupuestos de las políticas activas de empleo.
 
Periódico de Aragón.

Santisteve sí puede (y debe) hacer algo

El independiente.
José Luis Trasobares  



Zaragoza en Común y su jefe de filas, el alcalde Pedro Santisteve, tenían la obligación de ponerse al día deprisa y salir de su específico y minoritario planeta político y cultural para integrarse en el gran espacio de la mayoría social, que es plural, variopinta y se aferra a unos intereses tan sencillos como razonables. Pero pasaron los cien días, pasaron los seis primeros meses y el equipo que gobierna el ayuntamiento cesaraugustano todavía no parece haber acabado su aprendizaje. No sé yo si el vecindario va a tener la suficiente paciencia. Santisteve tiene un problema muy serio: su gestión corre el riesgo de encallar en los bajíos de las decisiones sin sentido, la ausencia de un programa estratégico y la incomunicación con quienes precisamente le votaron a él y su lista. La huelga de autobuses le ha puesto contra las cuerdas.

 
El transporte colectivo en esta ciudad exige desde hace tiempo una solución a medio y largo plazo. La empresa concesionaria ha demostrado mil veces su falta de idoneidad. Ni presta buen servicio, ni cumple a rajatabla con su contrata. Y para colmo viene siendo escenario de constantes conflictos laborales que repercuten sobre todos los vecinos causándoles serios perjuicios. Es probable que la mejor alternativa sea municipalizar los autobuses. Pero eso habrá de estudiarse muy detenidamente. No solo en relación con su viabilidad económica, sino también en cuanto a otras implicaciones de la apuesta. Por ejemplo la consecuencia de convertir en empleados municipales a la actual plantilla de AUZSA.
 
Pero estamos en lo que estamos, y mientras se busca una solución estratégica es preciso poner fin a la actual huelga. ¿Cómo? Presionando a ambas partes sin contemplaciones. La empresa debe ser obligada a cumplir los pactos con su plantilla y sometida a una vigilancia implacable por parte del propio ayuntamiento: horarios, kilometrajes, estado de los buses (alguno de los cuales se cae literalmente a pedazos), cumplimiento de las normas de circulación... Y a sancionar lo que corresponda. Sin contemplaciones. Pero los trabajadores, su comité y los sindicatos CUT (disculpen si alguna vez lo llamo CUP, en un lapsus linguae que no deja de tener su lógica) o Somos también deben ser llamados al orden. Aunque les asista la razón y sus reivindicaciones no sean el disparate que algunos pretenden, no han sabido hacerlo bien. Tienen en contra a la inmensa mayoría de los zaragozanos y están disparando de hecho a la línea de flotación de ZeC. Si yo fuera Santisteve, también les apretaría las tuercas: servicios mínimos mucho más amplios y la advertencia de que así no van a municipalizarse en la vida. Porque el alcalde se la está jugando. Mientras, la derecha se relame de gusto.
 
El Periódico de Aragón.-

sábado, 6 de febrero de 2016

Otra Transición

Nadie en sus cabales desconoce que a Pedro Sánchez le han encasquetado un marrón.

Nueva Transición

Jorge M. Reverte
 
Vivimos unos tiempos de gran inestabilidad, de todo tipo y, por supuesto, conceptuales. Nos hemos pasado una buena parte de los últimos años discutiendo sobre la Transición y su bondad o carácter negativo. Nos ha costado trabajo llegar a la conclusión de que fue muy positiva, por eso es buena idea llamarle a lo que viene también Transición, lo que ayuda a garantizar que el proceso empieza con una calificación positiva.
 
Alegremente los españoles desfilan por delante de la Carrera de San Jerónimo, y se emocionan con el palacio neoclásico:
 
—Mira hijo, ahí dentro se está cociendo una nueva Transición.
 
Y el niño, que no tiene edad ni para ser de Podemos, no sabe qué responder porque ignora si eso es bueno o es malo. Pues ya lo sabe. Es bueno.
 
Nadie en sus cabales desconoce que a Pedro Sánchez le han encasquetado un marrón. Pero él se lo ha buscado, y si le sale bien ganamos todos. Así que, a estar a favor tocan. Por lo menos un mes, el que tarde en saber él si va a poder formar Gobierno.
 
Pasando lista a los candidatos, enseguida vemos que la relación de enemigos es casi idéntica a la relación de amigos del proyecto de Rajoy.
 
El PP va a montar un fuerte aparato para que la cosa salga mal. Pero Sánchez cuenta con un aliado que es el propio lío que se montan los del PP a partir de ahora. Mariano Rajoy se la ha jugado a cara o cruz, y ahora viene lo de que los militantes populares se quedan sin cargos. Unos por la política y otros por los jueces, el caso es que los populares se quedan sin empleo. Si no todos, la mayoría.
 
De nacionalistas no hay mucho que hablar: de ellos no se espera mucho, pero ahora menos todavía.
 
Lo que sí es importante es el cambio de tono de Ciudadanos. El programa de Sánchez tiene mucho de lo suyo. Y tendrán que apoyar sus grandes iniciativas, porque su público se lo exigirá. Pedro Sánchez va a tener al partido pacificado durante un tiempo, el que Susana Díaz quiera darle, pero siempre sabiendo que ella se juega mucho en esta operación, que por una vez no ha diseñado en persona.
 
De Podemos ya sabemos. Nada.
 
El País.

Sin complejos. ¡Ante todo GOBERNANZA!

Sánchez debe mantener la iniciativa frente a las tácticas de Podemos.


El secretario general del PSOE dio ayer un paso importante en la defensa de su hoja de ruta de cara a la votación de investidura. El encuentro de Pedro Sánchez con Pablo Iglesias fue el centro de atención de la actualidad y una auténtica prueba de fuego para los socialistas. El líder de Podemos intentó recuperar la iniciativa perdida en la negociación para formar Gobierno y salió escaldado, ante una respuesta firme de un Sánchez que tiene que actuar sin complejos ante la presión de esta fuerza emergente.
 
Iglesias planteó un órdago en toda regla con tres premisas: excluir a Ciudadanos de las conversaciones, mantener su pretensión de una vicepresidencia en el posible Ejecutivo y afianzar la prioridad del derecho a decidir en Cataluña. Tres condiciones que suponen, de hecho, una actitud de bloqueo de las negociaciones antes de que se lleguen a producir.
 
Podemos tiene todo el derecho a llevar sus planteamientos hasta el final, pero cada día que pasa se ponen de manifiesto con más claridad sus intenciones reales: desgastar al PSOE con vistas a unas posibles elecciones anticipadas y ocupar después su espacio.
 
Frente a este plan, Sánchez respondió con la firmeza que se echaba de menos en anteriores ocasiones, pidiendo a Iglesias que replantee su posición de bloqueo, suspendiendo el diálogo y manteniendo la agenda de contactos prevista. Hoy mismo tendrá una reunión con el PNV, mientras los equipos negociadores de PSOE y Ciudadanos preparan encuentros para debatir los puntos en común ante un eventual programa de gobierno. Nadie duda de que, con un Parlamento tan fraccionado, es muy difícil sumar los votos necesarios para una investidura, pero no es el momento de eludir responsabilidades o intentar bloquear cualquier posible pacto esperando que los electores premien esa postura en el futuro.
 
Pedro Sánchez tiene que mantener la iniciativa política y no jugar con equívocos: lo importante es la gobernabilidad, no la investidura. Los socialistas han demostrado durante casi 40 años su importancia en el desarrollo democrático, el progreso económico y los avances sociales en España. Desde el Gobierno o desde la oposición, el PSOE ha defendido un proyecto socialdemócrata de centroizquierda y ha liderado las grandes reformas en nuestro país.
 
Su actual secretario general debe ser consciente de ese legado y de que la forma de recuperar el favor de los electores no es buscar la complicidad de quien solo pretende disputar su hegemonía desde el populismo, sino defender los valores que han hecho grande a su partido. Para rescatar al PSOE de sus peores resultados —los que obtuvo el 20-D— tiene que mostrar ese perfil reformista y dinamizador de la sociedad, sin complejos de ningún tipo ante cualquier presión.
 
Las negociaciones no han hecho más que empezar y se prevén 10 ó 12 semanas de reuniones y declaraciones. Hay que seguir intentándolo, antes de devolver a los ciudadanos la responsabilidad de solucionar el problema de la gobernabilidad. Quien bloquee una posible investidura tendrá que responder frente a sus electores antes o después.
 
El País.
 
 
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miércoles, 3 de febrero de 2016

La 'hucha' de las pensiones pierde la mitad de sus fondos

En solo cuatro años ha pasado de 66.812 millones a 32.481.


                          Hucha de las pensiones
 
El fondo de reserva de la Seguridad Social ya está a menos de la mitad de como se lo encontró Rajoy a su llega al poder. En los cuatro años de Gobierno del PP, la llamada hucha de las pensiones ha disminuido en 33.407,5 millones que se han empleado en pagar las nóminas de los pensionistas en diversas ocasiones, hasta que a finales del 2015 quedó en 32.481,31 millones, el 3,2% del PIB. A final de2011 el fondo tenía 66.815 millones, el máximo hasta el momento.
 
Pese a que el Ejecutivo ha asegurado que el 2015 ha sido el de la recuperación y que se ha creado empleo, también ha sido en el que el fondo ha perdido más dinero. En concreto, se sacaron de esta reserva hasta 13.250 millones (3.750 millones en junio y 9.500 millones en diciembre), entre otras cosas, para abonar las pagas de verano y Navidad.
 
Fátima Báñez, ministra de Empleo, presentó ayer un informe al Consejo de Ministros sobre la situación del fondo. Aún no hay fecha para entregar este informe al Congreso de los Diputados.
 
El Periódico de Aragón.

martes, 2 de febrero de 2016

Lo imposible


La corrupción requiere la complicidad o la negligencia de los políticos, de ahí que sea inevitable responsabilizarles por ella




 
Quienes presionan al PSOE para que facilite la investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno demuestran no haber entendido nada de lo que ha pasado en este país en los últimos cuatro años. Porque con todo lo dura que ha sido y está siendo, la gestión de la crisis económica no constituye el principal elemento en el haber o el debe del Gobierno saliente.
 
Los estudios demuestran que los votantes son conscientes de que la gestión de la economía es una cuestión compleja y, por tanto, de que el éxito o el fracaso en la creación de empleo no depende exclusivamente de los políticos, sino de múltiples factores que están más allá de su control. Pero los votantes sí que atribuyen a los políticos la responsabilidad por la corrupción (también, por cierto, sobre la desigualdad): saben que socava la democracia y que no es atribuible a la globalización, la perfidia neoliberal o la hegemonía alemana. En esta cuestión de la corrupción, además del desempleo o la desigualdad, España ha batido todos los récords. Nuestro país, no se olvide, ha logrado en la pasada legislatura algo sin precedentes: caer diez puestos de una sola tacada en los índices de corrupción internacional, una hazaña solo igualada por países como Gambia, Malí, Guinea-Bisáu y Libia.
 
La corrupción requiere la complicidad o la negligencia de los políticos, de ahí que sea inevitable responsabilizarles por ella. Además de ser endógena, estamos viendo que es estructural al sistema y, aún peor, está siendo amparada desde la política. Al crear redes de clientelismo, redistribuir recursos económicos y promocionar a unos políticos a costa de otros, ha permitido ganar elecciones y seguir reproduciéndose hasta capturar áreas cada vez más amplias de la contratación pública, íntegramente bajo sospecha hoy. Si la corrupción existe es porque la política se ha beneficiado de ella. Por tanto, sólo cuando la corrupción implique la pérdida del poder podremos comenzar a acabar con ella. La corrupción es la primera amenaza a nuestro sistema democrático y la primera tarea que deberá acometer el próximo Gobierno. Y esa es precisamente el área donde el desempeño de Rajoy ha sido más negligente.
 
@jitorreblanca