domingo, 21 de febrero de 2016

ALCALDE, LOS CIUDADANOS NO SE LO MERECEN

Ha sido el equipo de Santisteve el que ha sacado la negociación del ámbito estrictamente laboral.


        Superar la barrera de los dos 
Carlos Pérez Anadón
meses de huelga de bus es una noticia que produce inquietud y desasosiego, porque más allá de la extorsión que provoca a 180.000 zaragozanos que a diario utilizan este medio de transporte, hace aflorar una sensación de fragilidad en la organización urbana. O lo que es lo mismo, revela la incapacidad del ayuntamiento para equilibrar las pulsiones internas de la urbe.

Y esta dejación de funciones rompe una realidad histórica: la capacidad de arbitrio de la que se dotaron los ayuntamientos para establecer un estatus quo entre los ciudadanos cuando afloran las tensiones o la diferencia de intereses. Porque los derechos de cada grupo actúan como verdaderos vasos comunicantes en el seno de la ciudad.

Por eso, esta larga huelga de AUZSA, la más larga y la más dura que ha soportado Zaragoza a lo largo de su historia --ni siquiera en los difíciles años de la transición fue tan dilatada en el tiempo-- ha generado las criticas al Gobierno de Santisteve, porque desde el ayuntamiento de la ciudad no se ha procurado respetar esos equilibrios no escritos que se basan en el respeto del otro.

Nadie ha cuestionado el derecho a la huelga de los trabajadores de AUZSA, pero ha sido el equipo de Santisteve el que ha sacado la negociación entre trabajadores y empresa del ámbito estrictamente laboral en el que debe resolverse al alinearse con una de las partes en conflicto. Y ha sido el equipo de Santisteve el que ha convertido los paros que deciden los trabajadores en una fisura en su propia solvencia, que le desangra poco a poco, porque los ciudadanos se sienten desprotegidos y privados de sus derechos. Fue el alcalde quien dijo que no se merecía esta huelga, pero la realidad es que quien no se merece la dudosa gestión que se ha hecho de la misma son los zaragozanos.

El bus es un servicio esencial. Lo utilizan a diario cientos de miles de ciudadanos que van a trabajar, a estudiar a la consulta del médico... Pero a estas alturas del conflicto, lo seguro es que la calidad del servicio ya se ha puesto en cuestión. La movilidad en los barrios periféricos, en los barrios rurales y en los que no se benefician del tránsito del tranvía se ha perjudicado gravemente y, por si fuera poco, estas dificultades, que repercuten especialmente, en las clases más humildes están generando magros ahorros, ahora ya de dos millones de euros, a las arcas municipales.

Dicho sea de paso, desde el PSOE creemos que sería inmoral que ese "beneficio" que genera la falta de servicio no revirtiera en la mejora del transporte público. Por eso proponemos más carriles bus, prioridad semafórica y devolver la parte proporcional de los abonos a los usuarios.

Pero en todo este escenario de conflicto, de improvisación y de falta de sensibilidad del Gobierno municipal hay un ruido añadido, que enroca más las posiciones: la municipalización.

Porque detrás de una huelga tan larga tiene que haber algo más que la incompetencia, la ineficacia y la torpeza. Está la intención de deteriorar el servicio público suficientemente para que sea justificable el reclamar la gestión directa desde la Administración Local.

Da igual que los primeros informes económicos y jurídicos que se manejan para municipalizar otros servicios pongan más sombras que luces en este proceso. Da igual que no puedan dar seguridad laboral a los trabajadores. Y da igual, en definitiva, que la propuesta municipalizadora suponga recortar el espacio de encuentro para encontrar una salida digna al conflicto del bus.

Al final, toda esta equívoca estrategia sólo está sirviendo para desgastar la calidad del servicio, la confianza de los usuarios y para socavar más los cimientos institucionales en cuanto a su capacidad de tejer acuerdos.

Portavoz Grupo Municipal PSOE
 

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