martes, 19 de enero de 2016

Un mundo cada vez más desigual

Editorial
 
 
 

¡ Desigualdad !
El informe sobre el reparto de la riqueza en el mundo que la oenegé Oxfam dio a conocer ayer no puede sino indignar y alarmar. La Tierra es un lugar con cada vez más desigualdad, y las cifras son descorazonadoras: 62 milmillonarios (que tienen más de mil millones de dólares) poseen la misma riqueza que 3.500 millones de personas (la mitad más pobre del planeta). Hace seis años, el número de personas más ricas del mundo era de 388, lo que certifica la clara tendencia a la concentración de los ingresos en pocas manos. Y otro dato avala que el agrandamiento de la brecha no obedece a causas naturales: pese a la gravísima crisis que desde el 2008 ha azotado a gran parte del mundo desarrollado, el balance global de los últimos 30 años es la duplicación de la economía mundial; es decir, la riqueza ha aumentado, pero la pobreza se ha socializado. La desregulación y la globalización de la economía han tenido sin duda efectos positivos, fundamentalmente en los países emergentes, pero los efectos perniciosos son también cada vez más visibles. Uno de ellos es la proliferación de los paraísos fiscales, versión contemporánea de los puertos de corsarios del siglo XVI pese a la imagen de modernidad de muchas de las empresas que se acogen a esta fórmula de elusión de impuestos. Es precisa una decidida actuación de los poderes públicos para poner coto a una práctica escandalosa que hurta a los gobiernos unos 100.000 millones de dólares anuales. Es cierto que es un objetivo difícil por los intereses contrapuestos entre países y por la debilidad de los estados ante un poder financiero crecientemente acostumbrado a no estar sujeto a control, pero si de verdad se sigue creyendo en la democracia y que los gobiernos deciden la economía --y no al revés--, hay que empezar a poner las bases para revertir la situación. LA BRECHA SE AMPLIARÁ Si lo que cohesiona a las sociedades modernas son unas amplias y potentes clases medias, lo mismo puede decirse de un mundo interdependiente y en el que la creciente robotización, según pronostican los expertos, hará escasear el trabajo, lo que ampliará la brecha entre ricos y pobres de no mediar un gran compromiso internacional. Nunca antes fue tan cierto como ahora que el mundo se ha hecho pequeño, ni tampoco que la riqueza está muy mal repartida. Pero otro mundo no solo es posible sino necesario.
 
El Periódico de Aragón.

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