miércoles, 7 de octubre de 2015

Aznar después de Disney

En su transición a ciudadano el expresidente protagonizó cortes de manga, llamadas a beber al volante, declaraciones extravagantes y cambios bruscos de imagen.
 

C A C H A S
 
Leo sobre Selena Gómez en el periódico. A sus 23 años da por superada su etapa de estrella infantil. Ha sido un tiempo traumático, y yo bien que lo sé, pero un año después de la ruptura con Justin Bieber Selena ha dejado atrás el universo Disney: “Nunca me he encontrado mejor”.
 
Imposible no pensar en José María Aznar. Hace un año dijo algo parecido a EL PAÍS: una década después de sus hits, sus guerras y sus bodas, Aznar había encontrado la paz después de Justin Bieber. Dos horas diarias de ejercicio. Carrera de 14 kilómetros; series de velocidad; 600 abdominales con lastre en los tobillos en series de 100. Pesas, golf, pádel. Atrás habían quedado sus recaídas, sus paseos en el yate de Briatore y sus viajes al final de la noche ideológica. Yo asistí a uno en 2013. Explotó en una entrevista con Lomana en la que dijo a gritos que sufría en silencio, y con aspecto de no dormir se presentó en el Club Siglo XXI, a donde su militancia acudió segura de que montaría su propia familia, como Charlie Sheen.
 
Aquello terminó en nada y Aznar regresó a la vita nuova, los abdominales y las conferencias sobre cómo salir de la política sin que parezca que no. El éxito infantil es difícil de digerir: uno siempre tiene la tentación de recrearse en glorias pasadas. En su transición a ciudadano Aznar, como Macaulay Culkin, protagonizó cortes de manga, llamadas a beber al volante, declaraciones extravagantes y cambios bruscos de imagen que despistaron a sus fans. A cada poco recibía a la prensa y aseguraba que se había quitado de todo, que el PP lo gobernaban otros y que se dedicaba a sus papeles en un laboratorio de ideas; allí aconsejaba a las nuevas generaciones sobre los caminos conservadores que conducen a la paz interior. Uno de los apadrinados de FAES quiere entrar ahora en el Senado para destruirlo desde dentro.
 
En Génova creen que las portadas de Aznar se deben a la poca consideración que tuvo el partido con su pareja artística, Ana Botella. Aznar llegó a decir en caliente que Carmena la alabó más que el PP en tres años. Rajoy mira a Aznar como un jugador de Boca a Maradona en el palco de la Bombonera: ahora me quito la barriga, ahora me la pongo y me tiño de rubio motorista. No llegará la sangre al río porque Rajoy no tiene; Aznar, como Selena, volverá a rehacer su vida y a decir que nunca estará mejor. También Noel Gallagher sienta cabeza una vez al año, si bien le salen discos menos divertidos.
 
MIRADOR. El País.

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