jueves, 17 de marzo de 2016

Abusadores

Rajoy ha decidido poner su legitimidad por encima de la de todos los demás.

Jorge M. Reverte

Debo de tener un fondo muy conservador, porque cada vez que alguien de la derecha tiene un gesto realmente liberal en lo político (en lo económico es distinto) me conmuevo y empiezo a decir a los cuatro vientos que por fin en España tenemos una derecha democrática.
 
Pero siempre hay alguien de esa derecha que me pone de nuevo en mi sitio y me viene a decir: “¡Dónde vas con el cabás!”, que es una expresión que usaba mucho una tía mía, sólo que ella la redondeaba con un “Nicolás” que yo creo honradamente que sobraba.
 
Bueno, “a lo que estamos, Fernanda”, que decía también otra tía mía para obligarle a uno a no meterse en disgresiones absurdas: y es que Rajoy, que debería, según casi todos los comentaristas políticos, estar buscando la manera de dar el paso a un lado que le exigen muchos en su partido, ha decidido poner su legitimidad por encima de la de todos los demás.
 
No quiero ponerme muchas medallas, pero ya advertí de que su braceo al andar se había hecho más marcial. Ahora ya es decididamente imperial. No quería ir condicionado a Europa para hablar de los refugiados sirios, y ahora no quiere que el Parlamento que no ha podido elegirle presidente porque no se presentó, entre otras razones, pueda pedirle cuentas de lo que harán él y su partido con los votos que ya se extinguieron.
 
Y han montado estos señores del PP una de cuidado. ¿De qué se van a quejar ahora cuando la exalcaldesa de Valencia, Rita Barberá, se niega a darles explicaciones incluso a ellos? Si hablamos de corrupción, los del PP van a empezar a no colaborar con nadie, si fueron elegidos con votos que ya no están vigentes. Tenemos una buena preparada: un choque de trenes programado para que no salga nadie vivo salvo los del PP, que recibirán un aviso a tiempo para abandonar en marcha los vagones de pasajeros.
 
Patxi López, que había recibido unas clases suplementarias de urbanidad, está ahora recibiendo mensajes que le urgen a recuperar los modales de perito industrial, o sea, de metalúrgico vizcaíno, para tratar con joyas versallescas como Rafael Hernando y otros de su clase. Aunque el cuerpo lo pida, eso hay que dejárselo a Pablo Iglesias. Patxi, no hagas caso.
 
El País-

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