sábado, 7 de mayo de 2016

¿Para qué sirven las reválidas?

En los pocos países donde existen, no se aprecia alguna mejoría destacable, ni siquiera en resultados escolares.


Jesús Jiménez y Laureano Garín
El artículo del día.
JESUS JIMENEZ
 
Las reválidas se han incorporado de nuevo al lenguaje educativo. Es una muestra más del viaje al túnel del tiempo, pasado y bien pasado, en el que pretenden introducir a nuestro sistema educativo con la LOMCE. Ahora anuncian que van a cambiarlas, sustituyendo la idea inicial de un cuestionario tipo test por uno o varios ejercicios escritos. Vale. Pero la cuestión no es si es mejor o peor un tipo de prueba u otra sino si son necesarias y/o convenientes las reválidas.

EN OTROS PAÍSES lo tienen más claro. Este tipo de evaluaciones estandarizadas y externas son debatidas, cuestionadas y refutadas en Estados Unidos y en diversos países europeos, especialmente en los nórdicos que tantas veces ponemos de referencia. En España se suprimieron con la Ley General de Educación (Villar Palasí, 1970) y hace unas semanas todos los grupos parlamentarios, a excepción del PP, las rechazaron en el Congreso de los Diputados, al igual que han hecho la mayoría de asociaciones de padres y madres, de estudiantes y de profesores.
 
Entonces, ¿por qué ese empeño de revivir las reválidas?. Las evaluaciones y los currículos estandarizados son el objetivo fundamental de las reformas educativas neoliberales y conservadoras como la LOMCE. Con la falsa idea de "elevar" los resultados académicos, intentan conseguir la selección científica del alumnado y el control burocrático sobre las prácticas escolares y la profesión docente.
 
¿Para qué sirven las reválidas? En los pocos países donde existen, no se aprecia alguna mejoría destacable, ni siquiera en resultados escolares. Sin embargo, son notorios los efectos negativos de esas pruebas externas. Uno, la deslegitimación de la función docente, puesto que se desconfía de su actuación como responsable de la evaluación continua. Dos, la degradación de los contenidos, ya que el alumnado acaba estudiando solo lo que pudiera entrar en una prueba que tiene un carácter memorístico. Tres, el gran negocio que suponen, pues su confección y corrección se le adjudica a empresas privadas.
 

 
DESDE EL FORO de Sevilla apostamos por una evaluación distinta y que reúna al menos estas condiciones. Integral, que analice todos los factores que intervienen en el sistema educativo. Formativa, que vaya enfocada a la mejora y no solo a la clasificación de centros y selección del alumnado. Democrática, que sea participada por la comunidad escolar y coordinada por el profesorado, la dirección de los centros y la propia inspección. Diversa, que contemple el contexto social y educativo de los centros y respete su autonomía organizativa y pedagógica. Justa, que no sirva para comparar realidades diferentes en un posterior pernicioso ranking de centros. Y rigurosa, que utilice instrumentos técnicos adecuados y no solo exámenes de lápiz y papel como en los viejos tiempos.
 
En educación, y más aún en la obligatoria, todas las evaluaciones deben tener una función formativa, de ayuda al aprendizaje. Una carrera de obstáculos y superación de pruebas al final de cada etapa es antipedagógica, sancionadora y excluyente. Las reválidas que se anuncian con la LOMCE apuestan por un modelo de enseñanza basado en la presión del examen. Desde el Foro de Sevilla apostamos por otro bien diferente, centrado en las necesidades y motivaciones del alumnado, y lo hacemos basándonos en estudios muy contrastados y planteando la evaluación desde un enfoque pedagógico.
 

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Inspector de educación y miembro del Foro de Sevilla

El Foro de Sevilla está formado en su mayoría por profesores de más de una veintena de universidades de todo el país, que desde 2012 plantean alternativas al sistema educativo actual. (www.porotrapoliticaeducativa.org).

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